lunes, 29 de marzo de 2010

Dharma, la verdad

Si conoces la hebra de la verdad, llevas a tu vida las sonrisas y la alegría de conocer a gente nueva, la gran experiencia de sonreír y vacilar ante lo único e irremplazable, la fuerza y energía de lo bello, la alegría incluido el amor. Cuando se conoce gente nueva, ya sea una persona simpática o antipática, (aunque muchos no lo noten) se producen sensaciones tanto fisiológicas como emocionales, que son bastante raras y que son hijas de la llamada impresión. Sientes una vaga sensación en el cuerpo que te avisa que al unísono de la respiración estas recibiendo constantes estímulos que conforman la primera impresión de una persona que llega a tu vida. Te das cuenta de que por más desconocida que sea, te haces parte de él o de ella a cada segundo, te conectas con esa persona, te centras en los ojos y en lo que escuchas y sientes, conoces la subparte de lo que rodea y concierne a este mundo; los humanos. Se conocen unos y algunos alrededor de un camino. Se pisan y te pisan ciertos humanos o viceversa, a veces caballos otras veces toros. En fin estos caminantes fluctúan en la vida, ya sean bellos o tristes, felices o artísticos, como sea que fuesen y sean, poseen psyques que usan para socializar y para formar impresiones del mundo que los rodea. Repetidas veces son mojados y hasta empapados con una profunda y estruendosa lluvia de estímulos. Estos caminantes, atraviesan el dharma, sobre rocas y todo y vago obstáculo que se encuentre allí, en el largo trazo del ciclo de la vida. Viven y mueren, mienten y sufren, gritan y alientan, ríen y sonríen sin saber el porqué, pero al mismo tiempo disfrutan de los momentos, que al fin y al cabo es uno de los objetivos más grandes y conocidos en distintas culturas, el autorrealizarse y disfrutar la vida, buscar la manera de ser feliz y respirar la vida respirable. La paz también se hace respirable, porque se siente en el corazón y la construyes con las manos y con gestos, la respiras y te llenas de la misma, para brindar más y más junto a la alegría que llena a las sonrisas y los corazones. Pero en casos en los cuales hay personas que no pueden expresarse bien, y no pueden con palabras dar alegría, lo hacen con sonrisas y gestos de agradecimiento y amor, que a mí parecer son los más lindos y los más recordables hasta en años. Porque a veces es mejor que no sea a veces, es mejor que solo sea y pase, es mejor que sólo ocurra y no sea tan procesado por la mente, ya que al parecer cuando la mente y el corazón se mezcla, produce una gran gama de conflictos tanto psicológicos como ambientales y de distintas índoles. En fin lo rojo choca con lo pensante, y a veces predomina el rojo, otras el cerebro y el razonamiento. Pero de todos modos estos se matizan y hay que aprender a manejar esta mezcla con sus posteriores conflictos y demasíes que están incluidos en la vida e historia desde hace ya más de millones de años; en los remotos animales prehistóricos y posteriores pseudo humanos, desde aquí y en adelante se evolucionó y se razonaba mucho más, se tomó mas en cuenta el aparato pensante que el corazón y los impulsos, se crearon diversas mega-construcciones, que son resultado de toda la tecnología, estudios y desempeño de estos monos futuristas, que evolucionaron desde un simple instinto de buscar comida, hasta pasar a crear estudios e instituciones que estudian el estudio de la nutrición. En fin ¿dónde esta la verdad o el dharma, dónde esta el conocimiento? Sólo uno es el que se da cuenta de lo malo y lo bueno, uno mismo es el que recapacita, uno mismo es el que se mira al espejo y se reconoce, uno mismo es el que ama y el que siente, uno mismo es el que es y el que quiere ser. Por lo tanto la verdad o el dharma lo vamos construyendo y conociendo nosotros en nuestras mentes, más bien lo vamos moldeando a nuestro parecer, gustos y disgustos, fines y sinfines de ondas mentales que atraviesan el camino a la verdad, el camino al conocimiento, al dharma y a la felicidad.