Entre tus sonidos, está ese atemporal recuerdo,
a través de la rama,
del arrayán más lleno de hijos.
Desbaratados e invertidos.
Siento el olor.
Siento el calor.
De una llama que se mueve, con orejas blancas.
Estoy escuchando la brisa,
que rompe mis oídos rojos de risa.
Algo ocurrió, por ahí.
En medio de las ramas.
Pasando por la verde figura de la vida.
Esa frondosa memoria que despega tu imaginación.
Dulce colmillo.
Del estepario, olvidado en el ayer,
por el presente del mañana.
Prefiero un bosque lleno de resistencias,
ante un campo elíseo de cinismo.
Allí, entre los tulipanes de la causalidad.
Comiendo de la mano.
Como un caníbal desesperado.
Hecho ajenjo y tienes sed.
Cabalgando sobre las nubes,
y al mas torpe corcoveo del bagual patagónico.
Atendido por el olor del cuero circundante,
sacudido de los hombros, por la furia del blanco.
Montado por el bigotudo torpe.
Hecho trizas en el aire, entre medio de estas llamas.
Móviles, como la cola de gavilán.
Agitada, como cuando te dicen falleció.
Sobre las rocas de las lágrimas,
está la llama que crea el fuego de la inspiración.
Sobre el sentimiento alegre y tras la llena
rabia de agarrarse el cabello.
He ahí el momento, si pudiera detenerlo.
Si pudiéramos,
¿Podrías?