Hoy y ayer llovió fuerte, mi rabia hizo sacudir el mar. Dijo Poseidón. Leía yo. Comía nuez y reposaba mi trasero en una especie de cama grande, además leía a un vago, pero sagaz cantor. Más específicamente el siguiente fragmento; "Se tocará la puerta de la impresión y la atención ¿Quién responderá al frontis, el que quiere contestar o el que no lo quiere así?". Escuche unos tacos muy fuertes sonando hacia mi puerta. Mi tía llega a mi casa. Tocan la puerta, ¿quién es? Minerva, dice entonada. Relacioné tacos rápidos, y sonido agresivo hacia el superior de la puerta. Dije es ella. Por supuesto, abrí la puerta.
Escucho: ¡¡¡Hijo!!! ¡No sabes lo que sucedió!
-Pensé la hiedra se secó. ¿Con esta lluvia?
Me decía que este no era el momento ni la situación adecuada para decirme la noticia (luego de mirarme con nerviosismo patológico). Le dije no escondas nada. Ella pronuncia: tu tío murió.
-No, no. ¡NO! No puede ser verdad, mi tío es como un arrayán. Esto es mentira dije yo, no puede ser. (Luego de una mirada fría, apática más bien)
Caí al suelo de rodillas, como un caballero de piel rosada, ante el rey comunicador.
Momentos más tarde, la nieve hecha piedras voló hacia mis oídos y frente. Antes de que me dé cuenta de que todo era verdad la dama desencarnada me abraza, ahí en la nieve gris. Sí, en el piso de mi hogar.
Mis lágrimas se adueñaban de su cabello bello como Helena, mientras me frotaba la espalda muy fuerte. Entendí que el tiempo no volvería atrás jamás. Ahora sería en parte un dibujo, un vago recuerdo, el té con mi tío, lo más simple.
Anda a dormir mientras te preparo una hierba me decía ella, le respondí: No quiero más hierbas, ni hiedras. Yo pensaba cómo iba a poder dormir, cómo comería, como respiraría luego del rayo de Zeus. Además de estar atrapado en un corral con crudos caballos como rayos y el feo Morfeo.
Me llegó al hueso, como esas puntadas dentro de ti, luego de un vaso refrescante con alfileres rojos. Tan filoso como un cuchillo, me punzó el corazón, ella. La vívida, muerta y real noticia infame.
No me di cuenta, y me quedé dormido encima de mi escritorio, con la cabeza encima de mi brazo derecho. Al otro día, claro, cuando me desperté tenía a un débil y doloroso amigo que sostenía mi cabeza. También el brazo dormidísimo.
Dije esto no puede ser, por enésima vez. Me comuniqué con él, al instante. Cronos se aparece en dos movimientos, pasa el caballero tiempo. Contesta la agonía, acompañada de la tristeza, cubierta de una piel dicen rosada ¿Con quién tengo el gusto? ¿Con el placer?
-No, con el miedo, el dueño de tu sueño.
jueves, 24 de marzo de 2011
Caminante ...
Caminante: Como estamos chicuelo.
Cantinero: buenas tardes en mi tierra estimado. ¿Cómo lo ha tratado la vida?
El camello: Bien, con sed de grito. ¿Cómo se encuentra amigo espadachín?
Cascabel: Mejor que tú, a la perfección. Quisiera saber por qué espadachín, querido caballero?
Caminante: Por su asertiva bífida, don dueño de tu espada
Cascabel: ¡Gracias por el elogio don Goliat!
Goliat: ¿Cómo está tu vida oh espadachín?
Cascabel: Sáqueme a bailar primero, tomamos un vaso de vino y seguimos hablando mejor será!
Caminante: Con mucho placer. Por favor deme un buen vino.
Cascabel: A su orden querido magnánimo, pero usted aún no me ha dicho su nombre y ya me está pidiendo alcohol. Quien se cree que es, el rey de roma?
El oasis: Yo solo estoy pasando por acá, y quiero tranquilidad.
La tormenta: Usted camina 10 pasos, llega a mí con su arrogancia y me pide sangre de la buena, ¿quién se cree que es don caminante, cuál es tu bendito nombre?
El emperador: César.
Cascabel: ya veo.
Cesar: ¿Cómo te llamas espadachín certero?
Espadachín: David.
Cesar: Lo supuse, ¿Sois ciego?
David: Veo hasta los osos, soy orgulloso y cuando me tocan la garganta toso.
Cesar: ¿Y a los osos grandes los ves?
El ciego: Los veo pero no les creo
Cesar: Debieras, tienen tal poder que en dos segundos te desgarrarían el orgullo de tal forma, que no te quedaría aire para toser, no podrías ver a través de tus ojos debido a la pérdida de estos, no podrías caminar al unísono sin una pierna, no podrías escuchar, porque te arrancaría la oreja mientras tu orgullo, tu falta de respeto, tu contumacia y tu sonrisa se aleja.
David: Perdón don, no quise ofender, mis intenciones son verdades duras, puras y de reverencia.
Cesar: Más te vale espadachín. Me gusta tu estilo, te nombro esclavo de tus palabras y dueño y señor de tus pensamientos. Ten cuidado que las palabras que vuelan de tu boca no son almohadas, recuerda que no siempre existirán peones para que acepten tus violentos vocablos, mira a tu alrededor, maneja tus ideas y empléalas con quietud y sabiduría, que el verso equívoco es de fácil vuelo, simple trote y voraz caída.
David: Lo tendré en cuenta, gracias por su sabia labia, querido caballero. La próxima vez beberá todo el vino que desee y preguntará lo que usted convenga.
Cesar: Así es estimado, aprendes rápido, como un claro espadachín. Adiós estimado
Estimado: Adiós, éxito en sus pasos.
El pensamiento: ¡Maldito ego!
Cantinero: buenas tardes en mi tierra estimado. ¿Cómo lo ha tratado la vida?
El camello: Bien, con sed de grito. ¿Cómo se encuentra amigo espadachín?
Cascabel: Mejor que tú, a la perfección. Quisiera saber por qué espadachín, querido caballero?
Caminante: Por su asertiva bífida, don dueño de tu espada
Cascabel: ¡Gracias por el elogio don Goliat!
Goliat: ¿Cómo está tu vida oh espadachín?
Cascabel: Sáqueme a bailar primero, tomamos un vaso de vino y seguimos hablando mejor será!
Caminante: Con mucho placer. Por favor deme un buen vino.
Cascabel: A su orden querido magnánimo, pero usted aún no me ha dicho su nombre y ya me está pidiendo alcohol. Quien se cree que es, el rey de roma?
El oasis: Yo solo estoy pasando por acá, y quiero tranquilidad.
La tormenta: Usted camina 10 pasos, llega a mí con su arrogancia y me pide sangre de la buena, ¿quién se cree que es don caminante, cuál es tu bendito nombre?
El emperador: César.
Cascabel: ya veo.
Cesar: ¿Cómo te llamas espadachín certero?
Espadachín: David.
Cesar: Lo supuse, ¿Sois ciego?
David: Veo hasta los osos, soy orgulloso y cuando me tocan la garganta toso.
Cesar: ¿Y a los osos grandes los ves?
El ciego: Los veo pero no les creo
Cesar: Debieras, tienen tal poder que en dos segundos te desgarrarían el orgullo de tal forma, que no te quedaría aire para toser, no podrías ver a través de tus ojos debido a la pérdida de estos, no podrías caminar al unísono sin una pierna, no podrías escuchar, porque te arrancaría la oreja mientras tu orgullo, tu falta de respeto, tu contumacia y tu sonrisa se aleja.
David: Perdón don, no quise ofender, mis intenciones son verdades duras, puras y de reverencia.
Cesar: Más te vale espadachín. Me gusta tu estilo, te nombro esclavo de tus palabras y dueño y señor de tus pensamientos. Ten cuidado que las palabras que vuelan de tu boca no son almohadas, recuerda que no siempre existirán peones para que acepten tus violentos vocablos, mira a tu alrededor, maneja tus ideas y empléalas con quietud y sabiduría, que el verso equívoco es de fácil vuelo, simple trote y voraz caída.
David: Lo tendré en cuenta, gracias por su sabia labia, querido caballero. La próxima vez beberá todo el vino que desee y preguntará lo que usted convenga.
Cesar: Así es estimado, aprendes rápido, como un claro espadachín. Adiós estimado
Estimado: Adiós, éxito en sus pasos.
El pensamiento: ¡Maldito ego!
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