jueves, 24 de marzo de 2011

Caminante ...

Caminante: Como estamos chicuelo.
Cantinero: buenas tardes en mi tierra estimado. ¿Cómo lo ha tratado la vida?
El camello: Bien, con sed de grito. ¿Cómo se encuentra amigo espadachín?
Cascabel: Mejor que tú, a la perfección. Quisiera saber por qué espadachín, querido caballero?
Caminante: Por su asertiva bífida, don dueño de tu espada
Cascabel: ¡Gracias por el elogio don Goliat!
Goliat: ¿Cómo está tu vida oh espadachín?
Cascabel: Sáqueme a bailar primero, tomamos un vaso de vino y seguimos hablando mejor será!
Caminante: Con mucho placer. Por favor deme un buen vino.
Cascabel: A su orden querido magnánimo, pero usted aún no me ha dicho su nombre y ya me está pidiendo alcohol. Quien se cree que es, el rey de roma?
El oasis: Yo solo estoy pasando por acá, y quiero tranquilidad.
La tormenta: Usted camina 10 pasos, llega a mí con su arrogancia y me pide sangre de la buena, ¿quién se cree que es don caminante, cuál es tu bendito nombre?
El emperador: César.
Cascabel: ya veo.
Cesar: ¿Cómo te llamas espadachín certero?
Espadachín: David.
Cesar: Lo supuse, ¿Sois ciego?
David: Veo hasta los osos, soy orgulloso y cuando me tocan la garganta toso.
Cesar: ¿Y a los osos grandes los ves?
El ciego: Los veo pero no les creo
Cesar: Debieras, tienen tal poder que en dos segundos te desgarrarían el orgullo de tal forma, que no te quedaría aire para toser, no podrías ver a través de tus ojos debido a la pérdida de estos, no podrías caminar al unísono sin una pierna, no podrías escuchar, porque te arrancaría la oreja mientras tu orgullo, tu falta de respeto, tu contumacia y tu sonrisa se aleja.
David: Perdón don, no quise ofender, mis intenciones son verdades duras, puras y de reverencia.
Cesar: Más te vale espadachín. Me gusta tu estilo, te nombro esclavo de tus palabras y dueño y señor de tus pensamientos. Ten cuidado que las palabras que vuelan de tu boca no son almohadas, recuerda que no siempre existirán peones para que acepten tus violentos vocablos, mira a tu alrededor, maneja tus ideas y empléalas con quietud y sabiduría, que el verso equívoco es de fácil vuelo, simple trote y voraz caída.
David: Lo tendré en cuenta, gracias por su sabia labia, querido caballero. La próxima vez beberá todo el vino que desee y preguntará lo que usted convenga.
Cesar: Así es estimado, aprendes rápido, como un claro espadachín. Adiós estimado
Estimado: Adiós, éxito en sus pasos.
El pensamiento: ¡Maldito ego!

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