domingo, 13 de octubre de 2013

dulce caminata


Era tarde para hoy, y sin querer, la vi. Era pura y finamente suave. Yo observaba las ondas del viento recién, y el aplauso de un rayo me dijo que era la joven de la sonrisa permanente. Por el momento me pareció como un jardín florido y como un árbol de hojas onduladas, ya que a través de su espalda salían francas alas blancas, y por arriba y adelante amplias risas armoniosas bajo dos luceros transparentes. Al pasar por acá,  obviamente brilló. Choqué con su yo y conecté con esos ojos. Ella se quedó en los míos que eran verdes. Yo no pude no sentir un incendio natural en mi.  Le mostré mi vida y le dije vamos allí. Ella asintió sutilmente y nos desplazamos a la nieve por un camino verde claro sabor manjar.

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