domingo, 15 de enero de 2012

Machu Pichu - Mario Vargas LLosa

MACHU PICHU, la ciudad perdida de los incas, donde se refugiaron los últimos emperadores y donde sobrevivieron el imperio 40 años después de la llegada de los españoles.

Ciudadela secreta y misteriosa. Machu pichu, prodigio de arquitectura, de temeridad y estética. Por la majestad y la armonía de sus formas, por la impecable organización de sus terrazas, escaleras, edificios, patios, pasadizos que se hierguen en este nido de águilas rodeado de montañas entre las sierra y la selva como la mas extraordinaria hazaña constructiva del hombre prehispánico. El encuentro de estas ruinas y de Pablo Neruda fue providencial para la poesía.

Fue descubierta en 1911.
En 1943 cuando Neruda subió a este lugar el viaje desde el cuzco era largo y fatigoso y la vegetación se enroscaba todavía en estos andenes lo que debía acentuar el carácter mágico y religioso que tuvo siempre este lugar.

La leyenda dice que la primera exclamación del poeta Neruda al subir estas cumbres y enfrentarse al soberbio espectáculo de lo hecho por el hombre y la naturaleza habría sido;" "¡que sitio para un cordero asado!" En realidad, la experiencia lo removió profundamente tocó las fibras mas secretas de su personalidad y estimulo su imaginación y su verbo como pocas otras experiencias de su vida.
Muchos años después en sus memorias dejó consignado el formidable impacto:

"Me sentí infinitamente pequeño en el centro de aquel ombligo de piedra, ombligo de un mundo deshabitado, orgulloso y eminente al que de algún modo yo pertenecía, sentí que mis propias manos habían trabajado allí en alguna etapa lejana cavando surcos alisando peñascos, me sentí chileno, peruano, americano.
Había encontrado en aquellas alturas difíciles, entre aquellas ruinas gloriosas y dispersas una profesión de fe para la continuación de mi canto"

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